Nacimiento viviente en Cuba
Hace muchos años en una pequeña isla llamada Cuba unas señoras querían ayudar a una escuela parroquial. Ellas se llamaban María Luisa y Margarita. Organizaron un grupo de niños para que cantaran, entre ellos a Carlos y José María, primos míos. Se dieron cuenta de que no tenían buena voz y decidieron cambiar los cantos por hacer un nacimiento viviente…
Fueron a casa de mi abuela Lily
que tenía un jardín grande y bonito, para ver si podían practicar allí… Ese día
se encontraba allí un hijo de Lily, Mario, decorador y especialista en grandes
eventos… Al ver los resultados poco favorables le preguntó a Lily: ¿Qué te
parece si hacemos el nacimiento viviente aquí en tu jardín con tus nietos? A
Lily le encantó la idea y Mario se puso manos a la obra…
Tío Mario nos reunió y a
cada uno nos dio el papel que iba a hacer: Rosa, tú harás de la Virgen; Agustín,
tú serás Gaspar; María, tú serás el Ángel, que cuida la cueva. A mí me dijo que
sería pastor al igual que a Mariana, y a Fernando le dijo que él ayudaría a
Gaspar, y así sucesivamente…
Mario se fue a sus archivos
y revisó cuadros sobre el Nacimiento del Niño Jesús de pintores famosos, para
tomar ideas para la escena del pesebre. Contrató a profesionales de sonido, de
teatro, escenografías de artistas famosos, maquilladores, vestuarios… Era como
el gran director de una película. Todas las escenas del pesebre eran copiadas
de pinturas famosas, los trajes exactos… Rosa recuerda la posición en la última
escena y recuerda cómo tenía que colocar las manos.
El resultado fue la
representación de un Nacimiento viviente de la más alta calidad en la que
participamos gran parte de los primos según su edad.
En los ensayos se formaba
gran alboroto, echábamos bromas… Carlos, el Bebo… Pero cuando Tío Mario decía
“SET” se hacía un silencio profundo y cada uno se concentraba en lo que tenía
que hacer… María era el Ángel que cuidaba al Pesebre y tenía que subirse en un
árbol y la colgaban desde allí… Le tenía pánico a las ranas, pero a pesar de
que había muchas, ninguna la molestó.
La narración llegaba al alma
y allí se quedaba para siempre. Se colocaron altavoces potentes.
La voz del narrador comenzó
con un texto del Evangelio de San Lucas:
“Por aquellos días, se
promulgó un edicto de César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio.
Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a
empadronarse, cada uno en su propia ciudad; así es que también José,
perteneciente a la casa y familia de David, se dirigió desde la ciudad de
Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén…”
Como les decía, a mí me
tocaba ser pastor y a otra hermana mía más pequeña. En estos días me ha llegado
una foto de la representación y Mariana sale muy cerca de la cuna arrodillada
frente al Niño. Yo salgo atrás junto a otros pastores muy concentrada… debe ser
que me tomé muy en serio cuidar al Niño Jesús con la Virgen y San José.
Todos los primos tenemos un
recuerdo imborrable de esta Navidad que quedó para siempre en nuestra memoria y
en nuestros corazones.
Han pasado los años y todos
tuvimos que salir de nuestro país a distintas partes del mundo, aquella casa,
aquel jardín todo se perdió… Pero lo que no se perdió fue el recuerdo
entrañable de representar el Nacimiento del Niño Jesús.
Narrando esta historia
recuerdo algo que aprendí de San Josemaría: que me haga pequeña, como en ese
entonces que solo tenía 10 años. Y le digo a todos mis primos que lo hagan
también y que estemos donde estemos le cantemos a Jesús un aguinaldo que
aprendí en Venezuela.
A Carlos y a Josemaría les
pedimos que nos acompañen, pero que canten con su corazón porque no tienen muy
buena voz. Pero les damos las gracias porque si no hubiera sido por eso el
Nacimiento no hubiera sido una realidad.
Podemos terminar esta
historia con las estrofas de ese aguinaldo que aprendí en Venezuela:
Ven a cantarle a Jesús
Que ya llegó Nochebuena
Ven a postrarte
A sus pies para ofrecerle
tus penas.
Mira que nos trae amor en
esta noche serena
Mira que llora también
Y la Virgen lo consuela.
Cántale un alegre son
Cántale un punto goajiro
Ponle a tu canto calor
Porque el Niño tiene frío
Dile que vuelva la paz a
nuestra tierra tan bella
Dile que vuelva a brillar en
nuestro cielo su estrella.
Acuérdate del palmar
Donde se mece la brisa
Y de nuestra Navidad
Hecha de azúcar y risas
Se oye el murmullo del mar
Y los cantos del bohío
Que vuelva Cuba a cantar
Al Niñito que ha nacido.
Gracias a este Concurso de Navidad
tuve la oportunidad de escribirle a mis primos para que me contaran sus
recuerdos de este evento familiar que marcó nuestra niñez. Y ellos compartieron
conmigo lo vivido y se alegraron muchísimo al traer a sus mentes estos detalles
familiares que ayudaron a que la fe de cada uno se fortaleciera.
Nuestra familia muy numerosa, de más de 40 primos hermanos, aunque no nos volveremos a reunir en Cuba, permanecemos unidos y para el próximo año ya están programando una reunión de cada grupo familiar precisamente en casa de Carlos que vive en la Florida.
Tere Maciá
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