Más que un Arbolito
Otra vez, volviste a tirar otro nacimiento a la cesta de basura, junto con otros muchos que le precedieron diez o quince minutos atrás. Ya habías arrancado otra hoja, esta vez con menos esperanza de que pudieras producir algo decente, y quizá fue por esa frustración que tu lápiz no llegó a tocar el papel, sino que se detuvo a medio camino. Aquella tarde en tu casa, tu inspiración no lograba calar en ninguno de tus bocetos, probablemente porque lo que rondaba tu cabeza era un árbol decorado con muchas luces y no un nacimiento. Mientras tratabas de hacer el dibujo de un pesebre y sus alrededores, tu mente soñaba con un árbol encendido, decorado de mil colores, brillando también en todas las miradas vecinas agradecidas con la persona que lo haya hecho. Pero esa persona no serías tú, porque tú fuiste encargada del nacimiento viviente. Así es, un nacimiento, o la vaga representación de este, el cual solo tenía la capacidad de brillar con una estrella de pilas que ya no tenían energía,