El primer pañal

 

Raquel está casada desde hace cinco años con Cirilo, tienen tres hijos, el último de apenas un mes. Ella es considerada una de las mejores costureras de Judea vive en un pueblo muy pequeño llamado Belén, su casa está en la calle principal. Su fama se ha extendido por toda la región de Judea y llegan personas de toda la comarca a encargarle diferentes prendas de ropa, aunque su especialidad son los pañales de algodón.

Cuenta la tradición que en Belén nació el Rey David, ella al igual que su esposo son descendientes de David y se sienten orgullosos de esto, ha tenido varias oportunidades de montar un taller más grande en Jerusalén que queda tan solo a 9 km de allí, pero Cirilo tiene en Belén tierras y un trabajo estable, ya que es dueño de 4 hectáreas donde siembra el algodón egipcio con el que Raquel confecciona las prendas que le encargan. Es el mejor algodón de la zona, pues su fibra extralarga hace que produzca muy poca pelusa. Es muy resistente al lavado y tiene un alto nivel de absorción.

Ya lo han discutido varias veces el tema de irse a Jerusalén, sin embargo, tienen gran temor de emigrar y no se arriesgan a dejar Belén sin tener nada seguro y así se les ha ido pasando el tiempo.

Como Raquel no se da abasto en la confección de pañales se vio en la necesidad de contratar a una joven llamada Noemí, casi sorda desde hace ocho años a causa de una extraña enfermedad.

Noemí tiene 15 años y procede de una familia muy pobre, tiene pluriempleo para ayudar a sostener a su familia ya que ella es la mayor de seis hermanos. Noemí desde que tuvo esa enfermedad se ha ido ensimismando y vive en un mundo aparte, se aísla con frecuencia y le interesa poco lo que ocurre fuera de su casa o de su trabajo. Raquel está consciente de esto y trata de ayudarla a que se acepte a sí misma y saque provecho de su fragilidad.

Raquel le explicó a Noemí, como pudo, que en esos días vendrían a Belén gran cantidad de extranjeros para el Censo, y por lo visto algo entendió porque decía a grito pelado que les habían quitado la tranquilidad de Belén, que por primera vez no se quejaba de ser casi sorda, ya que al ver tanta gente gesticulando ella suponía que estarían gritando y los animales y los malos olores y la gente de un lado a otro y ella aun sin oír casi nada se sentía aturdida, ¡qué jaleo!, decía.

Noemí le dijo con su lengua mocha a Raquel que había tenido un sueño muy extraño, le contó que una hermosa joven como de su edad, le suplicaba que le vendiera unos pañales para su hijo que estaba por nacer. Era tan real el sueño que hasta recuerda que le dijo que venían de Nazaret y que tuvieron que salir con muy pocas provisiones, las razones no se la explicó pero que por supuesto ella había estado haciendo los pañales mientras estuvo visitando a una prima Isabel en Ain Karim, no era por excusarse, sino que se notaba claramente que le costaba mucho no tener lo necesario para el día del parto, le explicó lo que ocurrió en el camino: el burrito en el que venía montada se puso terco y empezó a dar coces y como su  esposo no lo pudo dominar, ella se bajó del burro y el jumento tiró la mitad de la carga por un precipicio y justo allí tenía los pañales que había hecho con tanto primor. Noemí insistía que la joven le había dicho al verla sentada en el porche de su casa cosiendo pañales que si le podría vender algunos para su futuro hijo. Raquel le dijo secamente: niña cose y calla y déjate de tonterías que hay muchos encargos pendientes. Noemí siguió musitando cómo era la joven y cómo había visto caer los pañales del burro y cómo el esposo la calmaba y que no se le borraba la cara de esa joven, sus ojos grandes, su mirada limpia y penetrante, su sonrisa, su amabilidad y su belleza y cómo se veía embarazada a punto de dar a luz, ella notó allí un misterio que no supo explicar, luego pensó y para qué voy a seguir intentando explicar un simple sueño, pero aunque trataba de no pensar más en ello seguía diciendo que nunca antes había visto una mujer tan bella. Sobre todo, insistía en que podía oír todo lo que decía la bella joven con toda claridad. Raquel le dijo: "Ya basta Noemí, o coses y te concentras o te vas a tu casa y no te pago el jornal de hoy". Noemí bajó la vista a su costura y ahora ya no dijo nada más para no seguir importunando a Raquel, pero con su imaginación quiso seguir soñando despierta contemplando esa escena tan real, ella ya no pensaba en otra cosa y se esmeró entonces en hacer unos pañales especiales, únicos, como antes nunca los había preparado, serían térmicos. Notó un cambio en su interior que no sabía explicar.

Cada vez llegaba más gente y cada vez se llenaban más las posadas y los albergues y hasta en la mayoría de las casas de familia alojaban extranjeros. Belén era un caos por cualquier lado que se mirara.

En la tarde llegó Cirilo cansado de un duro día de trabajo, traía en la carreta una paca de algodón, lo dejó en el taller de Raquel y allí vio a Noemí muy seria concentrada en su trabajo; para hacerla sonreír la tocó por la cabeza y le dijo: "Mi niña, aquí te traigo esta paca de algodón. Mira, Noemí, aquí hay más o menos 230 kilogramos para que te luzcas haciendo unos pañales especiales por si acaso viene en estos días algún rey a Belén y se le puedan obsequiar para alguno de sus hijos pequeños". A Noemí le volvió la sonrisa a la cara, pero luego dudó si era una broma o que tal vez ya Raquel le había ido con el chisme de su sueño, pero luego pensó, no tengo por qué juzgar las buenas intenciones de Cirilo y le dio las gracias. Noemí como era muy tozuda se dijo a sí misma: "Como que me llamo Noemí voy a hacer unos pañales para un rey". Luego pensó: "Más vale que empiece cuanto antes, ya tengo un diseño en mente".  

Llegaron los últimos extranjeros y seguía en aumento el alboroto y la confusión, en las posadas ya no había espacio. Raquel iba a entregar un pedido en la calle mayor y en el camino se tropezó con un matrimonio joven que se veían cansados y a ella se le veía a punto de dar a luz. En ese momento se acordó no sabe por qué, del sueño de Noemí. Se le vino a la mente la descripción de Noemí: sus ojos, su belleza de mujer embarazada, su sonrisa, el joven esposo con cara de preocupación. Y sin pensarlo salió corriendo como si tuviera alas en los pies y llegó al taller y empezó a gritar: Noemí, Noemí, Noemí y ella seguía cosiendo, hasta que Raquel dijo: "Qué tonta soy, si ella no me oye". Se le acercó, se agachó, le levantó la cara de su costura, la acarició con ternura y le dijo: "Noemí he visto a esa joven a su esposo y al burro". Noemí le dijo: "¿Te estas burlando de mí?" "No, Noemí, ven conmigo, date prisa porque podemos perderlos de vista y no me lo perdonaría nunca". Salieron corriendo, dieron un portazo tan fuerte que Cirilo, que estaba en la casa porque ese día no había trabajo debido a que lo del Censo se les salió de las manos a los romanos y pidieron a los habitantes de Belén que se quedaran en sus casas. Cirilo dijo: "Pero estas mujeres enloquecieron, ¿qué se traen entre manos? Les gritó: "¿No han oído que es mejor no salir de casa?"

Después de recorrer a toda prisa las tres calles principales, estaban exhaustas, se dieron por vencidas y sin saber por qué se sentaron a llorar desconsoladas frente a la panadería de Josué. No vieron a la joven familia, los perdieron de vista. La que más lloraba era Raquel porque no le había hecho ningún caso al sueño de Noemí. Se fueron al taller nuevamente y al llegar Cirilo les dijo y ¿ustedes en qué andan mujeres? Ellas no supieron qué decir porque si le contaban que iban detrás de un sueño las iba a tomar por locas. Prefirieron callar y siguieron trabajando. Entonces Raquel tocó a Noemí y asegurándose de que le entendía le dijo: "Voy a dejar todo lo que tengo pendiente para mañana y entre las dos nos vamos a concentrar en terminar estos seis pañales que estás haciendo". Noemí con cara de picardía le sonrió.

Pasaron dos o tres días y Cirilo llegó en la tarde después de estar ayudando a su primo Josué en la panadería, ya que eran tantos los peregrinos que había trabajo extra y los empleados no lograban abastecer toda la demanda. Cirilo, como pensando en voz alta mientras le ayudaba a Raquel a dar la comida al pequeño de un año, comentó: "Que lástima me dio un matrimonio que pasó por la panadería del primo Josué y como ya no encontraban posada Josué les ofreció la cueva que tiene en la colina. Le preguntaron cuánto debían pagar y Josué les dijo que nada y les regaló dos panes y tres peces para que pudieran tener algo para comer, también les dijo que había leña y un pesebre. La joven embarazada se veía cansada pero muy serena, ya estaba próxima a dar a luz". Raquel solo lo escuchaba y sin levantar una ceja le dijo: "Cirilo, voy a casa de Noemí porque tengo algo pendiente que hacer con ella. Encárgate de acostar a los niños por favor". "Claro, le dijo Cirilo, no te preocupes, los encontrarás bañados y dormidos cuando regreses". "¡Gracias Cirilo, te quiero mucho!"

Raquel salió corriendo, pero se regresó, no sabe por qué a buscar una pequeña colcha de algodón de cuadros que tenía para un encargo que le había hecho un noble del lugar, al parecer familia del Rey Herodes y pensó, luego le haré otra, por supuesto cogió también los seis pañales que ya estaban terminados porque se habían trasnochado para tenerlos listos, los habían metido en una funda muy bonita con una cinta de seda. Llego a casa de Noemí y le dijo a la mamá de Noemí que la dejara ir con ella a hacer una entrega urgente. La mamá de Noemí dijo un NO rotundo porque era muy tarde, eran casi las 11:30 de la noche, le dijo a Raquel que trabajaba para ella, pero que no abusara de esa niña sorda, que la había visto trabajando horas extras y que si no le pagaba lo justo la iba a demandar. Raquel logró convencerla no sabe ni cómo y las dos salieron. Al caminar una cuadra, Raquel se paró frente a Noemí y asegurándose de que le entendía le explicó todo lo que había dicho Cirilo sobre la cueva. Noemí se puso a llorar de emoción y daba saltos de alegría, dijo en su media lengua: pues no perdamos más tiempo y vamos directo a la cueva de Josué.

Estaba muy oscuro pero una estrella que no habían visto antes les iluminaba el camino, era una luz extraña e intensa. Iban de prisa y al llegar al lugar vieron la estrella posada sobre la cueva y unos personajes que resplandecían alrededor de la estrella. Parecían ángeles, se empezó a oír una dulce melodía que decía ¡Gloria a Dios en las alturas ¡Se iban acercando a la cueva y Noemí dijo: ¡¡Oigo el llanto de un niño!! Raquel le volteó la cara hacia ella y le dijo: ¿Tú oyes el llanto de un niño? Síííí, le dijo a Raquel, lo oigo. Pero ¿cómo es eso?, dijo Raquel, si tú eres casi sorda. No lo sé, pero lo oigo y también oigo a los ángeles cantando y a lo lejos oigo que vienen los pastores caminando hacia acá.

En la entrada de la cueva se pararon en seco, no sabían si entrar o no. Allí se respiraba un ambiente de júbilo y a la vez de misterio. Raquel se atrevió a asomar la cabeza. Vio a la joven con un niño en los brazos, lo tenía cubierto con su túnica. Preguntó Raquel: ¿Cómo te llamas? y ella le dijo: María y él es mi esposo José. José les dijo pasen, y con gran sencillez dijo: Aquí acaba de nacer el Hijo de Dios y se llama Jesús que quiere decir Emmanuel, Dios con nosotros. Son las primeras personas en conocer al Hijo de Dios Encarnado. Noemí seguía asombrada de que podía escuchar todo perfectamente y al acercarse a la joven madre las dos se arrodillaron. Noemí le entregó el paquete con los pañales y se le quedó mirando y pensó: esta es la mujer de mi sueño, es su cara, es su sonrisa, es su ternura, ¡¡¡es su belleza!!! La joven madre la miró con amor, le agradeció los pañales y le dijo: ¿Quieres poner el primer pañal a mi hijo? Noemí seguía con cara de asombro porque podía oír todo perfectamente y le preguntó: Y ¿por qué me lo pides a mí que soy una pobre muchacha? María respondió: Porque tú supiste oír con el corazón y llegaste hasta aquí persiguiendo un sueño y lo alcanzaste, tú entendiste y aceptaste tu fragilidad y ahora en agradecimiento puedes oír a este Niño que, aunque es indefenso y necesita de todos los cuidados de un bebé es Dios Encarnado. Vino a la tierra para salvar a la humanidad y va a dar su vida por cada uno de nosotros. Vino a la tierra para padecer. Tú también has padecido y te has fortalecido.

Raquel y Noemí se sintieron como en su casa y le narraron a María y a José todo lo que había ocurrido los días anteriores. María les contó sobre el misterio de que era Madre y Virgen al mismo tiempo. Y que por ser la Madre de Dios también era madre de ellas y de todos los hombres y mujeres de todas las épocas. Noemí seguía pensando y ¿por qué a mí me toco esto y no a tantas otras personas más inteligentes, más ricas, con más cualidades? Mientras tanto Raquel solo lloraba de alegría. La Virgen miró a Noemí otra vez con ternura como si solo con su mirada le diera la respuesta y sí que se la dio porque ambas se entendieron en esa penetrante y comprensiva mirada. Noemí se dejó mirar por la Virgen Madre y allí se obró el milagro de recuperar la audición completamente y para siempre. María se percató de la cara de desconcierto de Raquel que decía para sus adentros: me estoy perdiendo de algo importante y como María siempre está pensando en los demás dijo en voz alta lo que ya Noemí sabía, lo que había leído en esa mirada. María dijo a Noemí: cuando nosotros le damos algo a Dios, aunque sea muy muy pequeño: tu tiempo empleado para coser los pañales, el quedar mal porque Raquel no te creyó al principio, la incomprensión de tu mamá que no te dejaba venir, ese cambio que hubo en ti después que viste clara tu misión después del sueño, te decidiste a darte a los demás, saliste de tu ensimismamiento y sobre todo te empeñaste en encontrar eso que sabías que te iba a llenar de felicidad, estar cerca del Niño-Dios. Noemí empezó a sollozar, y solo daba gracias, sus lágrimas caían por sus mejillas y solo decía: Gracias gracias, gracias. Y Raquel, no se diga, ésta lloraba con descaro y sin ningún recato. María le agradeció a Raquel por haber conducido a Noemí hasta el Niño-Dios y le pidió que fuera por todas partes anunciando la Buena Nueva.

Luego María le entregó al Niño a Noemí y ella le puso el primer pañal. Aunque estaba acostumbrada a poner pañales porque solía ayudar a su mamá con sus hermanitos pequeños esta vez sabía que era algo muy especial, lo puso con tanto cuidado y tanto cariño como si fuera lo más importante que había hecho en su vida, lo hizo con mucho amor, se podía cortar el silencio. José la miraba con ternura y a la vez se le veía atento tratando de aprender cómo se hacía eso que parecía fácil, pero que tiene su arte, José seguramente que querría luego, cuando ya estuvieran ellos solos, ayudar a María en estas labores tan corrientes y a la vez tan sublimes. Al terminar Noemí le entregó el Niño a María que después de darle varios besos lo recostó en el pesebre junto a la mula y el buey. El clima era frío, pero en la cueva ardía tanto amor de cada corazón que no se notaba el frío de afuera. Reinaba la felicidad y esa felicidad mantenía el ambiente cálido. Luego Raquel le puso la colchita una parte por debajo para que no le pinchara la paja del pesebre y otra por arriba para mantenerlo calientico. Allí Raquel se acordó de que la había hecho para un noble y dijo: "Pues ahora es para un Rey, que es el Rey de Reyes". Luego se empezó a oír un ruido afuera de voces que decían "venimos a adorar al Rey", eran los pastores que venían desde los alrededores a conocer al Niño-Dios.

José le preguntó a Raquel que si podía interceder con la mamá de Noemí para que la dejara quedarse unos días con ellos en la cueva mientras encontraban un sitio mejor y así ayudar a María a lavar los pañales, ya que el río estaba un poco lejos, y también para el cuidado de todos los detalles con el Niño. Ella dijo que al día siguiente traería a la mamá de Noemí que al ver a esa criatura diría que sí sin reparo y por el camino de regreso le iría a hablando a todas las personas que se encontrara para que fueran cuanto antes a conocer al Niño-Dios.

 

Alida Cecilia Franceschi F.

Comentarios

  1. Me encantó esta forma de explicar ,una situación tan normal sencilla y ordinaria,que bien podía haber pasadol, la Sagrada Familia.La Virgen particularmente se comporta como la más excelsa de las Madres,porque se sabía la Madre de Dios.

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  2. Excelente, Felicitaciones Alida....

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  3. Excelente cuento felicidades aAlida Cecilia.

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